Perspectiva

Día Internacional de la Enfermera: Reconocidas, valoradas y protegidas

Si las enfermeras son reconocidas, valoradas y protegidas, y se invierte en la profesión, ganamos todos.

En el mundo de la salud, hay quienes ocupan el centro del escenario y quienes, en la sombra, sostienen el sistema sin reclamar protagonismo.

Las enfermeras somos más de lo segundo. Y eso pasa factura y nos lleva a un terreno en el que lo urgente, de manera permanente, oculta el maltrato que recibe la profesión, que no es justamente reconocida, valorada y protegida.  

La profesión enfermera se ejerce después de una larga formación, especialización y aprendizaje. Desarrolla una función autónoma y esencial. No es un rol pasivo ni secundario, y su abanico de competencias profesionales no se resume en un gesto espontáneo.

El cuidado que desarrollamos implica observación clínica, toma de decisiones, planificación de intervenciones y evaluación de resultados. 

Respeto

En el Día Internacional de la Enfermera, como cada día en los centros de trabajo, pedimos ser respetadas, que se reconozca nuestra autoridad profesional, erradicar el trato jerárquico y paternalista, y garantizar que la voz enfermera tenga peso en la gestión de la salud, frenando así la violencia institucional que recae sobre la profesión, el acoso laboral hacia nuestro colectivo y el desprecio encubierto bajo la excusa de la vocación.

Una falta de respeto permanente que impide que desde las administraciones públicas se reconozca la penosidad del ejercicio profesional con el acceso a la jubilación anticipada voluntaria, ante los riesgos que asumimos cada día las enfermeras, y el trauma secundario que afrontamos al lidiar de manera permanente con el dolor, el sufrimiento y las situaciones críticas.

Valorarnos implica retribuciones justas y acordes a nuestra formación y responsabilidad. Las enfermeras, pese a ser Grado universitario y tener los mismos créditos ECTS (240) que la mayoría de las titulaciones universitarias, no estamos incluidas en la misma clasificación profesional.

Ancladas

Seguimos por tanto ancladas en el pasado, lo que genera un desajuste salarial, una discriminación ya histórica, y una ausencia de reconocimiento igualitario con respecto a otras profesiones de un mismo nivel de formación.

Necesitamos, además, condiciones laborales dignas, plantillas suficientes y jornadas humanas. Hay que dejar de romantizar el desgaste y la sobrecarga como si fueran sinónimos de compromiso.

Nuestros empleadores no pueden reconocer que faltan 100.000 enfermeras y quedarse tan tranquilos, porque eso es sobreexplotación laboral consentida que pone en riesgo la seguridad y salud de las enfermeras, pero también la seguridad de las personas a las que atendemos. 

Protección

Exigimos además ser protegidas contra la violencia laboral y las agresiones, fomentar nuestra salud mental, invertir en enfermeras como inversión estratégica. Comprometerse con un Sistema Nacional de Salud (SNS) de calidad, eficiente, equitativo y centrado en las personas con el objetivo de mejorar la salud global de las comunidades.

Queremos ser protegidas porque trabajar no debe significar renunciar a nuestra salud ante jornadas extenuantes, contratos inestables, sin descansos, sin garantías mínimas. No puede suponer renunciar a nuestra vida familiar y personal, aunque nuestro trabajo sea esencial.

Somos enfermeras, pero también madres, hijas, y cuidadoras, y no podemos seguir sosteniendo todo sin apoyo, sin tiempo y sin descanso. No queremos elegir entre ser profesionales comprometidas y mujeres con vida propia.

Transformación

Pero favorecer esta transformación es una tarea colectiva. Por un lado, de las enfermeras, que hemos de exigir que estos cambios se produzcan, que los derechos se cumplan y que los límites se respeten, para poder ejercer la profesión sin ser sacrificadas


Por otro, de las personas a las que atendemos, que han de reclamar unos cuidados dignos; y sobre todo, de las administraciones que tienen la obligación de garantizar nuestros derechos y no de recortarlos.

No es fácil, pero es urgente, porque cuando las enfermeras son reconocidas, valoradas y protegidas, y se invierte en la profesión, ganamos todos.