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Fisioterapia y deporte, claves para mejorar nuestra calidad de vida

Hacer deporte y acudir al fisioterapeuta son dos buenas opciones ante la falta de flexibilidad y capacidad de movimiento que se dan conforme pasan los años

Los mayores de 65 años en España son alrededor del 17% de la población total, con más de 7 millones de personas y, según las proyecciones realizadas por el INE, en el año 2050 estarán por encima del 30% de la población, con casi 13 millones.

Conforme cumplimos años, el proceso de envejecimiento produce cambios en los sistemas corporales, que ven reducida su flexibilidad y capacidad de movimiento. En este sentido, es frecuente que los mayores de 65 años padezcan dolores lumbares, en cadera, rodilla y hombros casi con carácter crónico, pero con momentos en los que el dolor se incrementa de forma temporal.

 Las causas de estas dolencias son, principalmente, el desgaste del cartílago articular, que hace que la articulación pierda movilidad y flexibilidad con el consecuente dolor y pérdida de funcionalidad, y los cambios en la calidad de los tendones, que, al perder elasticidad, se contracturan y no funcionan correctamente, lo que también provoca dolor.

Para contrarrestar estas dolencias, existen varias opciones. Una de ellas es llevar una vejez activa, es decir, practicar deportes frecuentemente. La razón es simple. El deporte mantiene las articulaciones lubricadas y flexibles gracias al movimiento, y, por tanto, estas personas se moverán con mayor facilidad.

Salir a caminar, montar en bicicleta estática o simplemente realizar las tareas del hogar son acciones cuya práctica hará que se padezcan menos dolencias en las articulaciones, especialmente en la espalda y la cadera.

Otra de las vías que tienen las personas mayores de 65 años de mitigar estos dolores y lesiones son las sesiones de fisioterapia donde se combina la movilización de las articulares y la activación de los músculos.

Un tratamiento de fisioterapia proporciona a los más mayores la posibilidad de envejecer con calidad de vida, ya que entre sus beneficios se encuentran la disminución del dolor, la mejora del equilibrio y de funcionalidad articular, la recuperación de la capacidad de movimiento, de la fuerza muscular y la flexibilidad perdida.

Todos estos aspectos no solo ayudan a una mejora del estado físico general, sino que generan cambios positivos en el estado anímico relacionados con el aumento de la autoestima de la persona al sentirse capaz de retornar sus actividades de la vida diaria.

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